Hace años, dando un curso de la OMT, con mi amigo Bill Gartner (Minnesota University), para directores de turismo y de parques nacionales, en Arusha (Tanzania), tuve en frente al Ministro de Turismo del país y le invite a que me contratase, para triplicarle el número de turistas a su país en apenas 1 o 2 años.
Mi insólita o inesperada propuesta, obviamente fue muy bien recibida. Tanto por lo que podría implicar económicamente para el país, la rentabilidad política y el poderse colocar en el ranking turístico del continente.
Cuando me dio su OK, entonces le dije, que tendría que diseñar una política que permitiese una estrategia, para traer mas de 1 millón de turistas al país y por tanto facilitar las herramientas necesarias. Cuando los participantes, pudieron visualizar los beneficios de ese millón de turistas, les recordé que como me habían dejado las manos libres para actuar y conseguirlo, entonces traería ese millón, pero al promedio de 1 $/turista, cosa, que realmente sería muy sencilla, para cualquier comercial.
Obviamente y como yo esperaba, se echaron las manos a la cabeza y dijeron que entonces, de esa forma, no les interesaba, que no veían los ingresos económicos, que podrían aportar.
Fue, cuando les explique la gran diferencia entre diseñar una política basada en números, enfocada a traer cantidades de turistas, por otra orientada a obtener beneficios, es decir a que los ingresos de los visitantes, superen los costes que conllevan traerlos y responder a sus expectativas en destino, ejercicio que todavía en muchos lugares no se ha hecho y no se quiere hacer, por temor a que las cuentas no salgan positivas.
Cuando los costes ambientales, de infraestructuras y equipamientos públicos, sociales, energía, residuos….son mas altos, que los ingresos, la ecuación no resulta. Aun en el caso de muchos destinos turísticos maduros, cuyas infraestructuras, ya se han amortizado, resulta dudoso.
Si nos basamos en el planteamiento de desarrollo sostenible, en el que se deduce, que los recursos no son infinitos y por tanto una mala gestión, los hace encarecer de una forma inasumible para una gestión del destino, o incluso agotar, teniendo que importarlos, como ya está ocurriendo; habría que replantearse la rentabilidad, usando métodos tipo ACB (Análisis coste/beneficio)
Si es cierto, que el turismo genera empleos y posee un efecto multiplicador de una capacidad extraordinaria, pero no necesariamente por tener más visitantes implica automáticamente, más beneficios.
Si además tenemos en cuenta la diferencia entre crecimiento y desarrollo económico, con un ejemplo muy entendible, como son los complejos turísticos, tipo “todo incluido”, es fácil aseverar que estos últimos apenas generan desarrollo a nivel local, ya que su actividad recreativa se lleva a cabo, solo o casi solo, dentro de sus fronteras empresariales.
Por tanto si genera un importante crecimiento económico, en las empresas gestoras y propietarias, pero muy poco o nulo, en el territorio donde se desarrolla. Pero sin embargo, un porcentaje elevado de estos “todo incluido” ha recibido importantes ayudas de las Administraciones Públicas, que han facilitado una serie de infraestructuras y facilidades para la implementación y desarrollo de los complejos o resorts, con apenas retorno en el entorno, donde se ubican. Creo que en estos casos, la rentabilidad brilla por su ausencia.
Por tanto, insisto que el turismo es rentable, cuando genera desarrollo, siempre que haya habido inversiones públicas directas o indirectas.
Creo que en una formula donde se mida la rentabilidad turística, ha de incluirse estos costes de inversiones públicas, impactos ambientales, sociales,.. tanto en los primeros fases de desarrollo, como en las subsiguientes de gestión. Y de la misma forma, evaluarse, también los beneficios en empleos y economías directas e indirectas, por su alto efecto económico multiplicador.
Me gustaría invitar a los lectores, que aporten ejemplos o casos concretos, donde se pueda visualizar resultados positivos o también negativos, en especial en pequeños destinos, ya sean de sol y playa, rurales, urbanos, o en cualquier tipo de escenario.